Cuán amargas se pasan las horas,
en espera del bien que se ansía
como llenan las penas traidoras
la existencia de cruel agonía.
Desaparece la luz de los cielos,
las estrellas no tienen fulgores
y del alma los puros anhelos,
se transforman en mil sinsabores.
¡Esperar es muy duro, es terrible!
es un ansia mortal que enloquece,
por temor de que se haga imposible,
realizar lo que el alma apetece.
Esperar, cuando impía la suerte,
tronchar pueda la dulce esperanza,
esperar, cuando leve la suerte
se complace en destruir la bonanza.
Más ... ¿qué hacer? Esperemos el día
en que veamos triunfar nuestro anhelo
esperanza, esperanza, alma mía,
la esperanza es un grato consuelo.
De un amor como el nuestro, ferviente,
no destruye por fin la distancia ...
¡Esperemos! el Cielo clemente,
prestará a nuestras almas constancia.
Guacara, 28 de Agosto de 1961
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