...Señor, Padre y dueño de mi vida,
no me abandones al capricho de mis labios,
no permitas que caiga por culpa de mis palabras.
¿Quién domará con el látigo mis pensamientos,
e impondrá a mi entendimiento la sabiduría,
sin perdonar mis extravíos ni dejar pasar mis pecados?
Porque de otro modo repetiría mis errores,
se reproducirían mis pecados
y caería en manos de mis adversarios
para alegría de mis enemigos.
Señor, Padre y Dios de mi vida,
no permitas que mi mirada sea altanera,
y presérvame de la codicia....
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario