¿Por qué? Por que te escribo, mi simpática guacareña Sultana,
la más bella, de ésta fértil tierra.
Tú que ere s mi musa, que en mi ser estarás grabada,
ya que guardo tantos bellos recuerdos, Sultana mía.
Verdad es que tu ignoras, que mi alma entumecida,
la desventura de no encontrarte en tu señorial casa,
he visto deshojarse de mi vida entristecida,
las flores que me daban inspiración y fe.
Tal vez, quisiera yo creer, que mis humildes versos,
tenga esa dulzura que le concedes tú,
gritaré al infinito con inspirado acento,
tus gracias seductoras, tu encanto y tu virtud.
Entonces te contara, la historia de mis sueños,
estrella desprendida, del hermoso Cielo azul,
añorados ensueños, cuyos despojos yacen
como insepulto cuerpo, mi túmulo, mi cruz.
Mis esperanzas, niña; tan puras y tan bellas,
regadas por el viento, en la Guacara mía,
las ganas de encontrarte y hacerte siempre mia,
para así fundirnos, los dos en un solo corazón.
Más, veo la calle Sucre con Arévalo González,
cada vez que paso y no te encuentras tú,
perdona, si con tinta de lágrimas de sangre,
en estos versos míos, mi nombre pongas tú.
Por eso yo te pido -¡Oh niña de mis sueños!
Sultana, la más bella de ésta fértil tierra,
que en la tristeza suma de mi existir precario,
mis versos sean los versos, del poeta al expirar.
Valencia, 06 de Febrero de 1997
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