¿Te acuerdas?
Quise con impulso leve, sobre tu pecho colocar mí oído
y escuchar el dulcísimo latido conque tu blando corazón se mueve.
Prendí en mis brazos tu cintura breve
y hundí mi rostro en el caliente nido de tu seno,
que es mármol encendido, carne de flores y abrasada nieve.
¡Con qué prisa y que fuerza palpitaba, tu enamorado corazón!
Pugnaba tu talle en tanto; más con ansía loca,
bajo la nieve el corazón latía, y en su gallarda rebelión quería
saltar del pecho por besar mi boca.
Guacara, 22 de Febrero de 1961
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